PRÁCTICA 2; PARTE A
¿QUÉ ES SER ADOLESCENTE HOY?
1. LO QUE PERMANECE
“Una persona que descubre”. Esto fue lo que escribió un alumno de cuarto de la ESO acerca de sí mismo, y es Jaume Funes Artiaga el que nos lo cuenta en su artículo “Claves para leer la adolescencia”. Creemos que, al ser la adolescencia el proceso mediante el cual dejamos atrás la niñez para convertirnos en adultos, hay algunas cosas que no han cambiado. Las transformaciones físicas, los primeros enamoramientos, la búsqueda de la identidad mediante la imitación de algunas formas estéticas y la rebeldía ante otras más tradicionales, la lucha generacional, la soledad, la búsqueda de refugio en sus iguales…. Además, como nos cuenta el autor de la frase que abre nuestra reflexión, las experiencias nuevas aparecen todos los días, el mundo entero está por descubrir. Recordemos aquí un hermoso párrafo de Stevenson:
“La juventud es la época para moverse como el rayo de un extremo a otro del mundo, con el pensamiento y con el cuerpo; para conocer las costumbres de las distintas naciones; para oír las campanas a medianoche; para contemplar el amanecer en el campo y en la ciudad; para seguir las nuevas modas; para circunnavegar el mar de las metafísicas; para escribir versos cojos; para correr un kilómetro por ver un fuego y esperar todo un día en el teatro por aplaudir el Hernani.” (STEVENSON, R. L.: Virginibus et puerisque. Alianza. Madrid, 2005. Pág. 80)
Es el momento de las grandes preguntas, del “recién estrenado poder del pensamiento” (recordemos la teoría de Piaget sobre la aparición del pensamiento formal, abstracto, sobre el concreto) (la cita es del artículo de Amparo Moreno; “El desarrollo psicológico del adolescente”), de las dudas, ya que no son ni niños ni adultos, de los amigos y de algunos conflictos. Aunque esto último depende de la clase de adolescente que nos encontremos. Al respecto, el último artículo citado y el de “El silencio de los adolescentes”, de Francisca Calderón (haciendo resumen del libro de Javier Elzo), son demoledores, porque justamente hablan de las cosas que han cambiado, de los mitos adolescentes que hoy ya no nos sirven. Es decir, el adolescente se tiene que enfrentar a sí mismo, en lo que parece un cambio sin fin, y, además, a una sociedad que también está en permanente transformación. Por lo tanto, la vida del joven de hoy es paradójica, contradictoria y sin asidero firme donde agarrarse en los peores momentos.
2. LO QUE HA CAMBIADO
Creemos que los adolescentes, por supuesto, han cambiado al mismo ritmo que lo ha hecho la sociedad. Y, ¿cuáles han sido esos grandes cambios sociales que, indudablemente les han afectado?
2.1-LA FAMILIA. Por supuesto, no creemos que haya existido nunca la “familia perfecta”, pero sí es cierto que hace unos 30 años las normas estaban más claras que hoy. Los padres tenían la función clarísima de mandar, aconsejar, guiar, cuidar y orientar. Pero hoy, como nos cuentan en el artículo de Calderón, los padres han quedado fuera de juego; “La matriz del autoritarismo de los padres estaría en la impotencia más que en la prepotencia. Una impotencia que se manifiesta cuando en el hogar domina la anomia.” La anomia, o la falta de normas y valores claros, podría traducirse por el conocido “todo vale”. Está claro que los antiguos asideros morales han desaparecido, pero ¿y los nuevos? No los hay: cada cual ha de actuar a su modo. Y no todo el mundo sabe construirse a sí mismo, imponer sus propias normas, más o menos rectas y delimitadas. Esto, para los niños y los adolescentes, ofrece una doble peligrosidad. Necesitan construirse una identidad, pero no pueden hacerlo sobre la nada. Y por otro lado, tienden a luchar contra los criterios paternos. ¿Contra qué luchan si no los hay? La soledad, entonces, es absoluta. Además de la anomia, hay que tener en cuenta que muchas familias se encuentran desestructuradas. Los mismos padres, quizás divorciados y con nuevas parejas, no saben muy bien cómo manejar una situación a todas luces distinta. O la madre o el padre están solos y dolidos con sus antiguas parejas. Es decir: ellos mismos viven en conflicto. ¿Cómo van a ofrecer una estabilidad y unas tranquilidades de las que ellos mismos carecen? No pueden. O es muy difícil.
2.2-LAS COMUNICACIONES. Está claro que hemos pasado de un mundo escrito a un mundo digital. Como dice Carles Feixa, “la adolescencia será virtual o no será”. Nuestros adolescentes, en gran mayoría, no podrán sentirse identificados con las aventuras juveniles que nos cuenta Stephan Zweig en El mundo de ayer, donde relata cómo los estudiantes se pasaban los libros “prohibidos” a escondidas y los leían a medianoche en sus camas, llenos de estupor y expectantes ante el misterio que se les iba a desvelar. Hoy, las redes sociales, internet, los sms, los iphone, los ipod, los videojuegos y los chats han logrado que los chavales se pasen media juventud delante de una pantalla. Han crecido con ello, está incorporado a sus vidas de forma trascendental. Sin embargo, como veremos más adelante, este nuevo sistema tiene sus consecuencias, y no todas son positivas.
2.3- LA SOCIEDAD. Vivimos en una sociedad convulsa. La inmigración ha provocado cambios en las aulas, y, a veces, conflictos (recordemos la historia del velo). Los matrimonios ya no están concebidos con propósito de eternidad, y tampoco los trabajos. Todo es efímero y cambiante, el tiempo no se detiene sino que corre a velocidad de vértigo. Los modelos tradicionales están extintos pero no hay otros que los puedan sustituir, de momento. Todo el mundo está muy ocupado, excepto, quizás, los abuelos, cuyas coordenadas son todavía antiguas y cuyos cuerpos obligan al sosiego. Tienen algo en común, los adolescentes y los abuelos: su período vital se ha alargado enormemente. Antes, como nos cuenta José Antonio Marina en el congreso “Ser adolescente hoy”, celebrado en noviembre del 2005, la adolescencia prácticamente no existía, ya que la incorporación al mundo laboral era rapidísima. Por ejemplo, en 1960 sólo el 7% de los chavales aprobaba el Bachillerato. Los otros trabajaban. Y hoy estamos preocupados porque sea sólo el 70% el que termina ese mismo Bachillerato. Las modas, los programas del corazón, la telebasura, la mala alimentación, la violencia en el mundo, la competitividad salvaje…el panorama que ofrecemos a nuestros adolescentes no es muy alentador, por tanto añadimos un conflicto a su ya conflictivo mundo interior. Y, también siguiendo a Marina, la sociedad entera educa. Un político que insulta, un funcionario que no da los buenos días o un tendero que nos cobra de más están educando, aunque muy mal. Marina nos hace tomar conciencia de que es necesaria una movilización educativa de la sociedad, que debe comenzar, primero, en la reconfortante unidad de padres y profesores. Toda la “tribu” ha de estar concienciada en esto de la educación. ¿Cómo? Teniendo normas claras. Por ejemplo, si la adolescencia es un período de la vida tutelado, entonces debemos tener la tutela. Si los adolescentes necesitan permiso paterno para una excursión, ¿cómo pueden abortar sin que nadie les dé su consentimiento? ¿Cómo pueden mantener relaciones consentidas a los trece? Estas contradicciones necesitan ser destruidas, porque los mensajes que hacemos llegar a nuestros adolescentes son de confusión, de desestructuración y de caos. Así, nadie entiende por dónde caminar. Prohibir, mandar y guiar (y, por supuesto, enseñar con el ejemplo), además, demuestra al niño que nos ocupamos de él, que nos importa lo que le suceda, que no “pasamos” de lo que haga. Y que queremos que sea feliz.
Adjuntamos el enlace del congreso. Todas las conferencias están allí, y es especialmente interesante la de Marina, gran educador del que ya hemos hablado en este blog. Esperamos que os guste.
¿DE QUÉ ADOLECE EL ADOLESCENTE ACTUAL?
1. CAPACIDAD DE ESPERA
La recompensa inmediata, el beneficio inmediato, la solución inmediata es a lo que se han acostumbrado, y las nuevas formas de comunicación, junto a la pasividad de algunos padres y docentes (laxitud o desesperación, no sabemos de qué hay más), no facilitan la paciencia y la capacidad de postergar algo bueno.
2. INTIMIDAD
Las redes sociales han logrado que se diga todo y se “publique” lo que debería ser sólo para nosotros. En el mundo de los descubrimientos por excelencia que es la adolescencia, nos parece un error hablar en voz alta y clara de aventuras que deberían ser meditadas en soledad o, como mucho, contadas a nuestro mejor amigo. La cháchara vacía de un foro no es un lugar de formación sólida. Uno mismo o los mejores amigos, sí.
3. ESFUERZO
Ante un mundo sin normas claras y ultraprotector, a la vez, de los derechos de la juventud, pero que no exige de vuelta nada (recordemos a la generación ni-ni), los jóvenes se aletargan. Sueñan con causas justas, sí, pero no van a luchar demasiado por ellas. Normalmente, no trabajan y estudian a la vez, y, si se van al extranjero, suele ser con una beca Erasmus, y los padres cubren los gastos. Recordemos el libro de Elzo: “Los hijos han crecido en un marco de meros sujetos de derechos y sus padres se ven como meros sujetos de deberes para con aquéllos. Los hijos, de tanto ser mirados, estudiados, analizados y protegidos han acabado situándose en el pedestal en el que nosotros, los adultos, les hemos erigido”. No valoran los proyectos a largo plazo, sino que piensan sólo en el aquí y ahora. Son apolíticos y cada vez menos religiosos, se sienten libres aunque en realidad no lo son (extraído del artículo de Calderón Cabezas). Respecto a la libertad, en la conferencia antes citada de Marina, podemos escuchar algo interesante: el concepto de “voluntad” ha desaparecido para dejar paso al de “motivación”. ¿Por qué? La voluntad exige libertad; soy libre para hacer las cosas incluso aunque no me apetezcan, por voluntad propia. Y la motivación, sin embargo, no: nos habla de conductas INDUCIDAS, no libres. Pensemos acerca de esto, porque nos parece muy llamativo.
INCERTIDUMBRES
Ante tanta confusión, es muy difícil que el adolescente encuentre su propia vocación, su propio camino, su identidad, la respuesta a la gran pregunta (¿quién soy yo?). Es difícil también que sea capaz de vislumbrar su enorme poder a la larga, su capacidad para cambiar el mundo, la importancia de las decisiones que tome. El trabajo, la familia, el amor, se encuentran dentro del saco, pues…si no soy capaz de discernir quién soy yo, ¿cómo podré dar puerto firme al resto de mis preguntas existenciales? Terminamos por ser optimistas, y con una cita de Montaigne y otra de Cioran:
“Que su conciencia y su virtud resplandezcan en su lenguaje, y no tenga otra guía que la razón. Que le hagan entender que confesar el error que descubra en su propio discurso, aunque sólo el lo perciba, es un acto de juicio y sinceridad, que son las principales cualidades que persigue.”(MONTAIGNE, M. d.: Ensayos. Acantilado. Barcelona, 2007.)
“Mientras más nos encontramos a merced de impulsos contradictorios, menos sabemos ante cuál ceder. No tener carácter es eso y nada más.“ (CIORAN, E. M.: Del inconveniente de haber nacido. Taurus. Madrid, 1998)