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viernes, 14 de enero de 2011

CARTA A UN PROFESOR

Querido profesor:

Me piden, en el máster que estoy estudiando, que redacte una carta a algún profesor que fuera, al menos para mí, excelente. Y yo no puedo dejar de pensar en ti. Claro que tuve otros, queridos también, que lograron despertar curiosidad e interés por su asignatura. Pero de alguna extraña manera, su figura palidece, empequeñece, a tu lado.

Me pidieron también que fuera un profesor de secundaria. No ha podido ser. Podría citar a unos cuantos, claro, por su singular lucidez, rigor y bondad. Por ejemplo Constantino Falcón, Concha Casajús, Javier Falcón, la de latín de segundo…pero después llegaste tú.

¿Qué tan fascinante había en ti? Lo primero, una personalidad fuera de lo común. Yo siempre había sido alumna de maestros discretos, que opinaban (y sólo a veces) a media voz. No se atrevían a ser del todo quienes ellos eran. No querían, pienso yo, asumir discrepancias, responsabilidades. Porque dar una opinión fundamentada y sólida supone, sobre todo, aceptar una responsabilidad. Tú sí lo hacías. Sin miedo, con respeto, con criterio científico. Incluso, me atrevería a decir, con cariño.

Después, el constante alimento intelectual, y el inestimable estímulo personal. Nos hacías sentir grandes sólo por estar allí, escuchándote. Parecía como si nada en el mundo pudiera contenerte. Como si, entre cuatro paredes maltrechas, tú estuvieras cambiando el orden de las cosas. Así que apenas podía creer que, al salir, la planta, el árbol y el coche fueran a seguir en su sitio. Además, nos decías: “Vosotros estáis en la universidad, una institución en la que yo creo. Debéis, entonces, ser ejemplares. Tened una pequeña biblioteca personal. Id construyéndola poco a poco, pero que sea vuestro refugio, y muestra de vuestra inquietud.” Etc, etc, etc. Parecía que te sentías orgulloso de nosotros, orgulloso de dar clase, orgulloso de formar parte de un mundo que para ti se resumía en “Socorre enseñando”.

Quisiera hablar ahora de tu bondad y tus mal disimulados intentos de esconderla… todos los alumnos lo sospechábamos y no sin motivos. Yo misma, por ejemplo, fui objeto de un ataque tuyo de bondad cuando, tres semanas después de haber comenzado el curso pero el primer día de clase para mí, fui a excusarme y a decirte que sólo podría ir los viernes. Sorprendentemente (esperaba la indiferencia característica de los profes de la universidad ante estas situaciones), tú dijiste que no me preocupara y le pediste a una compañera que me dejara sus apuntes. No lo podía creer.

Además, nunca tenías inconveniente en ayudarnos siempre que podías…Cualquiera que deseaba hacer una tesis, o el trabajo de fin de carrera, sabía que tú estarías dispuesto a echar todos los cables que hicieran falta. Lo único que pedías a cambio es que no fuéramos pasmarotes. Que citáramos en los exámenes. Que nos interesáramos, al igual que tú hacías, en lo que estábamos estudiando, en lo que estábamos VIVIENDO.

Es decir, reunías características que, si pudieran ser resumidas, lo serían como: fuerte personalidad, orgullo y perfeccionismo en tu trabajo, capacidad de despertar pasión e interés en los demás no sólo por la asignatura sino por la vida en general, implicación en tus enseñanzas, y amabilidad, cariño y buenos consejos para todo aquel que quisiera aprender algo de ti.

Sigues siendo el mejor profesor que he tenido nunca. Por tanto, gracias por enseñarme a vivir, a ser mejor.     

domingo, 5 de diciembre de 2010

Querido Gabriel:

   Han pasado los años y aún me pongo nerviosa cuando tengo que dirigirme a usted, aunque sea a través de un blog que probablemente nunca leerá.
Me gustaría agradecerle lo mucho que disfruté en sus clases, aprendimos y reimos, dos acciones para mí fundamentales en el aula.
Agradezco lo muy ordenado y metódico que fue para con nosotros, agradezco su nivel de exigencia y agradezco su saber evaluar y calificar a quienes nos esforzamos, pues sin duda, su asignatura era "la más temida", y una vez fue superada con éxito, en mí nació la esperanza de poder con todo, usted hizo que mi autoestima como estudiante creciese, algo contrario a lo que la mayoría de los docentes suelen generar en los alumnos.

   Actualmente curso un Máster en  formación del profesorado y, aunque me gusta, a veces siento que me preparan para dar clases en un correccional de menores, nos presentan a todos los adolescentes como más problemáticos que nunca, a los padres como menos comprensibles que nunca, al resto de los profesores como vagos con la mayor falta de motivación del mundo...etc., y no dudo que me encuentre con gente así (de hecho, aunque les duela a los profesores, que sepan que ese tipo de personas ¡existen en todas las profesiones!), pero me gustaría que usted viniese a clase, aunque sólo sea un día, a mostrarnos la cara amable de la docencia y a enseñarnos cómo es un buen profesor: alguien preparado en su disciplina, que respeta los horarios, que sabe perfectamente en qué punto del temario se quedó la clase anterior, que se prepara sus clases, que aporta sentido del humor, que consigue hacer ver al alumno lo importante que es aquello que hoy ha aprendido en clase...en fin, ójala viniese.

   Aunque suene bíblico quiero que sepa que por mi parte, siempre predicaré y secundaré su forma de impartir clase, aún a sabiendas de que puedan tildarme de inmovilista convencida , ya que su método demostraba que aplicar disciplina y respeto no es incompatible con enseñar de un modo divertido e interesante, el problema es que sólo unos cuantos como usted saben hacerlo y transmitírselo al alumno, el resto de profesores mediocres se quejan diciendo que las clases de siempre no funcionan, qué le vamos a hacer...la eterna lucha.

Gracias por todo,
Un abrazo fuerte,
Virginia

Pdta: Agradezco a nuestra profesora Sara esta práctica pues ha conseguido que,  tras escribir esta carta-reflexión, me sienta mejor.

martes, 9 de noviembre de 2010

¿QUÉ ES SER ADOLESCENTE HOY?

PRÁCTICA 2; PARTE A
¿QUÉ ES SER ADOLESCENTE HOY?


1.   LO QUE PERMANECE
“Una persona que descubre”. Esto fue lo que escribió un alumno de cuarto de la ESO acerca de sí mismo, y es Jaume Funes Artiaga el que nos lo cuenta en su artículo “Claves para leer la adolescencia”. Creemos que, al ser la adolescencia el proceso mediante el cual dejamos atrás la niñez para convertirnos en adultos, hay algunas cosas que no han cambiado. Las transformaciones físicas, los primeros enamoramientos, la búsqueda de la identidad mediante la imitación de algunas formas estéticas y la rebeldía ante otras más tradicionales, la lucha generacional, la soledad, la búsqueda de refugio en sus iguales…. Además, como nos cuenta el autor de la frase que abre nuestra reflexión, las experiencias nuevas aparecen todos los días, el mundo entero está por descubrir. Recordemos aquí un hermoso párrafo de Stevenson:
“La juventud es la época para moverse como el rayo de un extremo a otro del mundo, con el pensamiento y con el cuerpo; para conocer las costumbres de las distintas naciones; para oír las campanas a medianoche; para contemplar el amanecer en el campo y en la ciudad; para seguir las nuevas modas; para circunnavegar el mar de las metafísicas; para escribir versos cojos; para correr un kilómetro por ver un fuego y esperar todo un día en el teatro por aplaudir el Hernani.” (STEVENSON, R. L.: Virginibus et puerisque. Alianza. Madrid, 2005. Pág. 80)
Es el momento de las grandes preguntas, del “recién estrenado poder del pensamiento” (recordemos la teoría de Piaget sobre la aparición del pensamiento formal, abstracto, sobre el concreto) (la cita es del artículo de Amparo Moreno; “El desarrollo psicológico del adolescente”), de las dudas, ya que no son ni niños ni adultos, de los amigos y de algunos conflictos. Aunque esto último depende de la clase de adolescente que nos encontremos. Al respecto, el último artículo citado y el de “El silencio de los adolescentes”, de Francisca Calderón (haciendo resumen del libro de Javier Elzo), son demoledores, porque justamente hablan de las cosas que han cambiado, de los mitos adolescentes que hoy ya no nos sirven. Es decir, el adolescente se tiene que enfrentar a sí  mismo, en lo que parece un cambio sin fin, y, además, a una sociedad que también está en permanente transformación. Por lo tanto, la vida del joven de hoy es paradójica, contradictoria y sin asidero firme donde agarrarse en los peores momentos.

2.    LO QUE HA CAMBIADO
 Creemos que los adolescentes, por supuesto, han cambiado al mismo ritmo que lo ha hecho la sociedad. Y, ¿cuáles han sido esos grandes cambios sociales que, indudablemente les han afectado?
2.1-LA FAMILIA. Por supuesto, no creemos que haya existido nunca la “familia perfecta”, pero sí es cierto que hace unos 30 años las normas estaban más claras que hoy. Los padres tenían la función clarísima de mandar, aconsejar, guiar, cuidar y orientar. Pero hoy, como nos cuentan en el artículo de Calderón, los padres han quedado fuera de juego;  “La matriz del autoritarismo de los padres estaría en la impotencia más que en la prepotencia. Una impotencia que se manifiesta cuando en el hogar domina la anomia.” La anomia, o la falta de normas y valores claros, podría traducirse por el conocido “todo vale”. Está claro que los antiguos asideros morales han desaparecido, pero ¿y los nuevos? No los hay: cada cual ha de actuar a su modo. Y no todo el mundo sabe construirse a sí mismo, imponer sus propias normas, más o menos rectas y delimitadas. Esto, para los niños y los adolescentes, ofrece una doble peligrosidad. Necesitan construirse una identidad, pero no pueden hacerlo sobre la nada. Y por otro lado, tienden a luchar contra los criterios paternos. ¿Contra qué luchan si no los hay? La soledad, entonces, es absoluta. Además de la anomia, hay que tener en cuenta que muchas familias se encuentran desestructuradas. Los mismos padres, quizás divorciados y con nuevas parejas, no saben muy bien cómo manejar una situación a todas luces distinta. O la madre o el padre están solos y dolidos con sus antiguas parejas. Es decir: ellos mismos viven en conflicto. ¿Cómo van a ofrecer una estabilidad y unas tranquilidades de las que ellos mismos carecen? No pueden. O es muy difícil.
2.2-LAS COMUNICACIONES.  Está claro que hemos pasado de un mundo escrito a un mundo digital. Como dice Carles Feixa, “la adolescencia será virtual o no será”. Nuestros adolescentes, en gran mayoría, no podrán sentirse identificados con las aventuras juveniles que nos cuenta Stephan Zweig en El mundo de ayer, donde relata cómo los estudiantes se pasaban los libros “prohibidos” a escondidas y los leían a medianoche en sus camas, llenos de estupor y expectantes ante el misterio que se les iba a desvelar. Hoy, las redes sociales, internet, los sms, los iphone, los ipod, los videojuegos y los chats han logrado que los chavales se pasen media juventud delante de una pantalla. Han crecido con ello, está incorporado a sus vidas de forma trascendental. Sin embargo, como veremos más adelante, este nuevo sistema tiene sus consecuencias, y no todas son positivas.
2.3- LA SOCIEDAD. Vivimos en una sociedad convulsa. La inmigración ha provocado cambios en las aulas, y, a veces, conflictos (recordemos la historia del velo). Los matrimonios ya no están concebidos con propósito de eternidad, y tampoco los trabajos. Todo es efímero y cambiante, el tiempo no se detiene sino que corre a velocidad de vértigo. Los modelos tradicionales están extintos pero no hay otros que los puedan sustituir, de momento. Todo el mundo está muy ocupado, excepto, quizás, los abuelos, cuyas coordenadas son todavía antiguas y cuyos cuerpos obligan al sosiego. Tienen algo en común, los adolescentes y los abuelos: su período vital se ha alargado enormemente. Antes, como nos cuenta José Antonio Marina en el congreso “Ser adolescente hoy”, celebrado en noviembre del 2005, la adolescencia prácticamente no existía, ya que la incorporación al mundo laboral era rapidísima. Por ejemplo, en 1960 sólo el 7% de los chavales aprobaba el Bachillerato. Los otros trabajaban. Y hoy estamos preocupados porque sea sólo el 70% el que termina ese mismo Bachillerato. Las modas, los programas del corazón, la telebasura, la mala alimentación, la violencia en el mundo, la competitividad salvaje…el panorama que ofrecemos a nuestros adolescentes no es muy alentador, por tanto añadimos un conflicto a su ya conflictivo mundo interior. Y, también siguiendo a Marina, la sociedad entera educa. Un político que insulta, un funcionario que no da los buenos días o un tendero que nos cobra de más están educando, aunque muy mal. Marina nos hace tomar conciencia de que es necesaria una movilización educativa de la sociedad, que debe comenzar, primero, en la reconfortante unidad de padres y profesores. Toda la “tribu” ha de estar concienciada en esto de la educación. ¿Cómo? Teniendo normas claras. Por ejemplo, si la adolescencia es un período de la vida tutelado, entonces debemos tener la tutela. Si los adolescentes necesitan permiso paterno para una excursión, ¿cómo pueden abortar sin que nadie les dé su consentimiento? ¿Cómo pueden mantener relaciones consentidas a los trece?  Estas contradicciones necesitan ser destruidas, porque los mensajes que hacemos llegar a nuestros adolescentes son de confusión, de desestructuración y de caos. Así, nadie entiende por dónde caminar. Prohibir, mandar y guiar (y, por supuesto, enseñar con el ejemplo), además, demuestra al niño que nos ocupamos de él, que nos importa lo que le suceda, que no “pasamos” de lo que haga. Y que queremos que sea feliz.
Adjuntamos el enlace del congreso. Todas las conferencias están allí, y es especialmente interesante la de Marina, gran educador del que ya hemos hablado en este blog. Esperamos que os guste.

¿DE QUÉ ADOLECE EL ADOLESCENTE ACTUAL?

1.    CAPACIDAD DE ESPERA
La recompensa inmediata, el beneficio inmediato, la solución inmediata es a lo que se han acostumbrado, y las nuevas formas de comunicación, junto a la pasividad de algunos padres y docentes (laxitud o desesperación, no sabemos de qué hay más), no facilitan la paciencia y la capacidad de postergar algo bueno.

2.    INTIMIDAD
Las redes sociales han logrado que se diga todo y se “publique” lo que debería ser sólo para nosotros. En el mundo de los descubrimientos por excelencia que es la adolescencia, nos parece un error hablar en voz alta y clara de aventuras que deberían ser meditadas en soledad o, como mucho, contadas a nuestro mejor amigo. La cháchara vacía de un foro no es un lugar de formación sólida. Uno mismo o los mejores amigos, sí.

3.    ESFUERZO
Ante un mundo sin normas claras y ultraprotector, a la vez, de los derechos de la juventud, pero que no exige de vuelta nada (recordemos a la generación ni-ni), los jóvenes se aletargan. Sueñan con causas justas, sí, pero no van a luchar demasiado por ellas. Normalmente, no trabajan y estudian a la vez, y, si se van al extranjero, suele ser con una beca Erasmus, y los padres cubren los gastos. Recordemos el libro de Elzo: “Los hijos han crecido en un marco de meros sujetos de derechos y sus padres se ven como meros sujetos de deberes para con aquéllos. Los hijos, de tanto ser mirados, estudiados, analizados y protegidos han acabado situándose en el pedestal en el que nosotros, los adultos, les hemos erigido”. No valoran los proyectos a largo plazo, sino que piensan sólo en el aquí y ahora. Son apolíticos y cada vez menos religiosos, se sienten libres aunque en realidad no lo son (extraído del artículo de Calderón Cabezas). Respecto a la libertad, en la conferencia antes citada de Marina, podemos escuchar algo interesante: el concepto de “voluntad” ha desaparecido para dejar paso al de “motivación”. ¿Por qué? La voluntad exige libertad; soy libre para hacer las cosas incluso aunque no me apetezcan, por voluntad propia. Y la motivación, sin embargo, no: nos habla de conductas INDUCIDAS, no libres. Pensemos acerca de esto, porque nos parece muy llamativo.

INCERTIDUMBRES

Ante tanta confusión, es muy difícil que el adolescente encuentre su propia vocación, su propio camino, su identidad, la respuesta a la gran pregunta (¿quién soy yo?). Es difícil también que sea capaz de vislumbrar su enorme poder a la larga, su capacidad para cambiar el mundo, la importancia de las decisiones que tome. El trabajo, la familia, el amor, se encuentran dentro del saco, pues…si no soy capaz de discernir quién soy yo, ¿cómo podré dar puerto firme al resto de mis preguntas existenciales? Terminamos por ser optimistas, y con una cita de Montaigne y otra de Cioran:

“Que su conciencia y su virtud resplandezcan en su lenguaje, y no tenga otra guía que la razón. Que le hagan entender que confesar el error que descubra en su propio discurso, aunque sólo el lo perciba, es un acto de juicio y sinceridad, que son las principales cualidades que persigue.”(MONTAIGNE, M. d.: Ensayos. Acantilado. Barcelona, 2007.)
“Mientras más nos encontramos a merced de impulsos contradictorios, menos sabemos ante cuál ceder. No tener carácter es eso y nada más.“ (CIORAN, E. M.: Del inconveniente de haber nacido. Taurus. Madrid, 1998)


miércoles, 3 de noviembre de 2010

Práctica 2. Parte C. La adolescencia vs A los trece





                                                                   TRACY Y EVIE


Aspectos estudiados en clase acerca de la adolescencia reflejados en la película A los trece:

1. Interés por descubrir la vida sin pensar en el peligro: Este periodo presenta la particularidad de descubrir en la percepción de uno mismo y de los otros, la interdependencia de la apariencia física y la popularidad en el seno de las relaciones interpersonales.
A los trece, se basa en la vida de Tracy una adolescente recién salida de la infancia y que deja claro su gran interés por descubrir la vida, por sentirse aceptada socialmente, por descubrir cosas nuevas entre las que se incluyen: drogas, alcohol, sexo, delincuencia..sin pensar en los peligros que todo ello conlleva.

2. Cambios físicos: Tracy descubre su sexualidad y no duda en experimentar con ella. Su aspecto aniñado se torna más maduro a lo largo de la película. Descubre sus aspectos físicos positivos, ojos, pechos, pelo...etc,. explotando su imagen con maquillaje, peinados extraños, ropa ajustada...todo ellos para aparentar más edad. Esta característica guarda una estrecha relación con el siguiente aspecto.

3. Preocupación excesiva por el cuerpo: los cambios físicos suelen suscitar un ajuste psicológico de la propia imagen corporal. Nuestra protagonista deja de comer, sin necesidad de hacerlo, para estar delgada pues lo socialmente aceptado en el instituto para seguir formando parte del grupo más popular, es estar excesivamente delgada así como no parecer una niña.

4. Adolescencia temprana:  queda muy claro en la película a través de su ropa infantil así como de los ositos de peluche que se encuentran sobre su cama al principio del film, que la protagonista acaba de dejar atrás la infancia, encontrándose en la llamada adolescencia temprana 11-14 años, coincidiendo con la pubertad. Se trata de una recién adolescente buena estudiante y con una actitud cordial con su familia, relación que a medida que avanza la película se va volviendo cada vez más negativa.
En el estudio de las relaciones con los iguales, se ha observado que los adolescentes con un desarrollo más precoz son normalmente más populares entre sus compañeros. Un desarrollo más tardío implica ventajas que no tienen que ver con el estatus en el grupo de iguales sino con una mayor curiosidad intelectual, iniciativa social y participación en actividades. Deja atrás a sus antiguas amigas, aquellas que no han desarrollado todavía y que mantienen su aspecto aniñado así como su interés por el estudio.

5. Deseo de aceptación social - Grupo de iguales: La característica que mejor define al grupo de iguales es que suele estar constituido por adolescentes que están en el mismo nivel de desarrollo social, emocional y cognitivo. Cualquier adolescente hará más caso a lo que le diga su amiga y/o amigo que a lo que le puedan decir sus padres.
Tracy lleva esta actitud al extremo, pues no se conforma con formar parte de un grupo, (de hecho ella ya forma parte de otro grupo de amigas al empezar la película), sino que quiere ir más allá, formando parte de quienes ella considera "las mejores", "las más admiradas", pues piensa que adoptando ese "status" en el instituto estará por encima de cualquier otro alumno, profesores y padres.


6. Relaciones familiares: familia = enemigos. En la adolescencia se produce una distancia intergeneracional entre padres e hijos y en el que los cambios hormonales implican graves dificultades para el adolescente, quien introduce nuevas relaciones sociales en su mundo social y marca distancias con sus padres. Sin embargo la familia tiene todavía un rol primordial en la adolescencia. Los padres son agentes de socialización funamentales y fuente de numerosas reglas y modelos que son interiorizados en el proceso de socialización. Se podría decir que la familia es el "procesador central".

En este sentido, en la película la figura fundamental de la madre es a nuestros ojos, demasiado permisiva (así como la tutora de su amiga Evie, otra persona preocupada por su aspecto con altas dosis de alcoholismo e irresponsabilidad) si pensamos en cómo una madre puede permitir las contínuas faltas de respeto que la nueva adolescente le prodiga. Pero lo más curioso es que la madre de la protagonista se nos presenta como una madre atípica, enrollada, divertida, amiga de sus amigos, preocupada por ser amiga de sus hijos y por comprender la etapa por la que está pasando su hija (incluso tiene un novio drogadicto...etc.,) lo que hace que alguien tan importante en la vida de un adolescente como es una madre, aquí resulte algo "irreal".

Según lo explicado en clase, los adolescentes diferencian entre el padre y la madre por ser la figura paterna quien tiene menos disponibilidad de cara a los hijos en comparación con la madre, y esto también toma eco en la película pues la figura del padre aparece como alguien ocupado con su trabajo que no presta atención a los problemas que Tracy está experimentando. En estas relaciones familiares aparece la figura del hermano como una persona respetada y querida por la protagonista al comienzo de la película pero cuya relación se vuelve cada vez más negativa, incluso llegando a considerarle su enemigo.

7. Automutilación = Emos: existe una cierta relación de la protagonista con la nueva tribu Emos. No sólo por sus ropas estrechas y colores oscuros en su vestimenta, sino porque a lo largo de la película Tracy se automutila en varias ocasiones haciéndose cortes en el brazo con cuchillas. Es una forma de mostrarnos el dolor interno que profesa pero que no es capaz de confesar a su madre por muy divertida y abierta que ésta sea.

8. Muchos cambios en poco tiempo: El número de cambios a los que el sujeto se debe enfrentar en la adolescencia, así como la brevedad y rapidez de los mismos es otra característica de esta etapa que queda fielmente reflejada en prácticamente cualquier escena de la película.


Nos gustaría hacer una pequeña reflexión tras ver la película, pues aunque sí quedan reflejados algunos rasgos característicos de la adolescencia (aquellos que hemos explicado anteriormente), nos cuesta creer que lo que nos presenta esta película es el auténtico perfil del nuevo adolescente, es decir, no nos creemos que los tiempos hayan cambiado tanto como para que el nuevo adolescente que hoy en día llena las aulas de los centros de secundaria posea las mismas características que nuestra protagonista o su amiga Evie; afortunadamente mantenemos la ilusión de que no todos los estudiantes adolescentes son así. Siempre ha habido abusones, populares, empollones, etc., pero esta película va más allá, es más peligrosa y extrema, entendemos que por razones cinematográficas (desde luego como película es muy rompedora), pero tenemos la misma sensación de cuando vimos "Historias del Kronen" de Montxo Armendáriz sobre los jóvenes de los 90´, pues tampoco nos parecieron en su día, como en esta ocasión, un fiel reflejo de la juventud.




¿QUÉ ES LA IDENTIDAD?


           


He aquí una pregunta difícil donde las haya. Probablemente sólo haya unas cuantas más tan trascendentales. Entre otras, la de qué es cultura. Y si pensamos en la definición que Kierkegaard dio en su día de “cultura”, podremos observar que es imperceptible la línea que separa esta definición de la posible acepción de identidad aquí, entre nosotros, en nuestro blog. Recordemos:
“¿Qué es, pues, la cultura [IDENTIDAD]? Yo siempre he pensado que era el ciclo que recorría el individuo para entrar en posesión de sí mismo, y que, en consecuencia, quien se niegue a seguir ese ciclo de recuperación personal no sacará apenas ningún provecho de nada, aunque haya nacido en la más ilustre de todas las épocas.”KIERKEGAARD, S.: Temor y temblor. Labor. Barcelona, 1992. Pág. 67.
            Entrar en posesión de uno mismo…queda dicho como si fuera cualquier cosa, y resulta que es el auténtico meollo de la cuestión. No se trata de dominarse, sino de saber lo que uno es y serlo “amorosamente”, con orgullo, con tranquilidad. Pero, efectivamente este ciclo (incluso “proceso”, palabra que tan de moda está) es la gran aventura de la vida. Y esta aventura fantástica empieza, justo, en la adolescencia, cuando todo es posible si así lo creemos.
            Pero, ¿cómo saber cuál es nuestra identidad? ¡Somos tantos en uno! Y algunos en guerra intestina. Somos, y la identidad con nosotros, una mezcla de experiencias asociadas a la familia, los amigos, el amor (al fin), la sociedad, las personas que emulamos porque son nuestros ejemplos…Todo eso conforma nuestra identidad: un núcleo blandito al principio, pero bastante duro al final de nuestra existencia, cuando ya es casi imposible cambiar.
            No podemos resumirnos en una frase “efectista”, del tipo: “soy judío”. Maalouf se rebela contra estos criterios: “(…) Lo que me hace insistir en este punto es ese hábito mental, tan extendido hoy y a mi juicio sumamente pernicioso, según el cual, para que una persona exprese su identidad le basta con decir “soy árabe”, “soy francés”, “soy negro”. (…) A pocos se les ocurriría discutir esto (la imposibilidad de definirnos en un solo término). Sin embargo, por  comodidad englobamos bajo el mismo término a las gentes más distintas.” MAALOUF, A.: Identidades asesinas. Alianza. Madrid, 2002. Pág. 29.
            Al contrario que la felicidad (Juan Antonio Rivera, en su fantástico libro Lo que Sócrates diría a Woody Allen, en Espasa Calpe-2003- dice en metáfora genial que la felicidad es lo que el serrín a la madera, un bien secundario que aparece mientras hacemos algo diferente a buscarla), la identidad necesita de una búsqueda. Necesita de una reflexión, de cierto recogimiento y cierto silencio. Aunque la respuesta tarde en llegar, o, de hacerlo, se vea envuelta en algo parecido al “equilibrio inestable”. No será respuesta rotunda, eficaz, única…no. Porque no siempre somos los mismos, porque cambiamos. Y, sin embargo, hay un íntimo placer en reconocer la esencia nuestra en algunas cosas pasadas, y pensar que esa esencia, ese núcleo, será el mismo también en años venideros. Verdaderamente, ser dueño de uno y de su propia identidad, es indispensable para lograr el bienestar, la felicidad. Y esa es la lucha que comienza en la adolescencia. Aunque la recompensa es mucha. “Encontrarnos con un hombre o una mujer feliz es mejor que encontrarnos con un billete de cien pesetas; son un foco que irradia benevolencia y, cuando entran en una habitación, es como si se hubiera encendido una nueva luz.” (STEVENSON, L.: Virginibus et puerisque.(De jóvenes y muchachas) Alianza. Madrid, 1994, 2005. Todo el libro es un apasionado canto a la juventud.)
            La identidad, después de tantas reflexiones, ¿qué es? Suponemos que la suma de todas nuestras experiencias, más algo indefinible que podríamos llamar “alma”, distinta en cada uno, que logra que todos seamos absolutamente únicos e irrepetibles, incluso aunque hubiéramos tenido experiencias parecidas. El ser conscientes de nuestra identidad, haberla construido a nuestro modo y tenerla respeto como obra en gran medida nuestra, genera una honda y duradera felicidad, o, siendo más pedestres, bienestar.
            Para mejorar nuestra pequeña opinión, os dejamos unos vídeos de considerable interés. El primero es una entrevista a Erich Fromm, donde explica cómo nuestra identidad puede estar absurdamente construida sobre lo que tenemos (en cuyo caso el miedo a perderlo todo, incluidos nosotros mismos, es aterrador) y otra sobre lo que somos, invulnerable a los avatares de la vida. El segundo, la identidad vista por un grupo de adolescentes. Y el tercero, la identidad vista y sentida por un grupo heterogéneo de personas. ¡Que los disfrutéis!
http://www.youtube.com/watch?v=o7GpHrdXOFI&feature=related

lunes, 1 de noviembre de 2010

PRÁCTICA 2, PARTE E: TRIBUS ADOLESCENTES


EMOS, LA TRIBU DE ADOLESCENTES TRISTES,
UN COMENTARIO

              “Parecía que el periodo que se suele llamar adolescencia-que me afectó en gran medida en lo tocante a ardiente curiosidad- hubiera venido a nosotros para dejarnos a todos algo enfermos. Tan pronto como hubieron alcanzado la pubertad, los chicos causaban la impresión de no pensar más que en mujeres, cultivar granos en gran abundancia y componer edulcorados versos en sus cabezas vacilantes y constantemente mareadas. Primero, habían leído aquel tratado de sexualidad en el que se resaltaban los perniciosos efectos de la masturbación, y luego, habían leído otro que los tranquilizaba (…)”[1] MISHIMA, Y.: Confesiones de una máscara. Espasa Relecturas. Madrid, 2002. Pág. 110.
 
              Por la lectura del pequeño “artículo” se deduce que los EMOS no son más que el reflejo del mundo adolescente y la permanente búsqueda de identidad, reñida con la necesidad de que otros nos entiendan, escuchen y apoyen. Es en la adolescencia donde se forman las amistades que probablemente duren toda la vida, donde se establecen los lazos que, más allá de la familia (y por primera vez), nos atan al mundo y a otros. Mientras que Mishima leía en otros libros cuáles eran las actitudes “normales” de los chicos de su edad (para las que él no estaba preparado), los EMOS huyen de esas actitudes y tratan de buscar otras más contestatarias, provocativas e incluso masoquistas. Pero no son los únicos. Ahora hay otros, pero en mi época ya existían los GÓTICOS (que escuchaban a Robert Smith día y noche), los MODS, los PUNKYS (los Ramones, los Clash) o los HEAVY (Pantera y otras músicas de guitarras distorsionadas). También, y más allá de todas las épocas, estaban los HIPPIES, que escuchaban (quizás, escuchábamos) Janis Joplin, Bob Dylan, Joan Baez, los Doors, los Rolling Stones, los Beatles y toda esa maravillosa música que quizás nunca pase de moda.  En el pequeño artículo llamado “Tribus urbanas”, se especifican algunos tipos modernos de bandas adolescentes, como los NERDS (cuyo significado en inglés no es halagüeño; ganso, pendejo) que, según el texto, viven sólo pensando en el futuro. También nos hablan de los “artistas”, personas creativas que vertebran su existencia alrededor de la práctica de algún instrumento musical o alguna disciplina artística de otra índole.
            En general, creemos que las tribus urbanas son algo propio de la adolescencia, y que dan salida a necesidades urgentísimas de esa época vital, tan difícil, tan complicada de vivir. Todas tienen en común la búsqueda de una identidad tanto individual como social, y la huída del ordenado universo adulto… Necesitan establecer sus propias normas, su propio mundo en miniatura, quizás para ensayar en él el diseño de sus vidas, hacer el boceto, antes de pasar al lienzo. Creemos que estos movimientos no son característicos de una época social (1990, o 2010) sino de un período vital. Las tribus pueden cambiar de nombre pero siempre han existido y lo más probable es que siempre existan.

 

sábado, 30 de octubre de 2010

PRÁCTICA 2: PARTE D

PRÁCTICA 2: PARTE D
CONSTRUYENDO EL PROPIO FUTURO

           
El texto se enfrenta al “problema” (o mejor, dilema) juvenil de elegir una carrera, cuando, sin los conocimientos suficientes, sin ninguna experiencia laboral, debemos escoger unos estudios que marcarán nuestra vida académica y profesional de una manera fundamental. La revista digital Entre Padres entrevista a Ricardo M. Barrera, coordinador de POPPS, una página web donde podemos encontrar ideas clave y consejos para orientar el futuro de los jóvenes.

1-UN PEQUEÑO RESUMEN

            El primer aspecto interesante que en la entrevista tratan es el de las competencias genéricas. El entrevistado opina que la educación debe proveer al alumno con algunas armas imprescindibles a la hora de enfrentarse al mundo laboral; competencias fundamentales que todos por igual deben aprender. Entre otras, cita la comunicación interpersonal, expresión oral y escrita, trabajo en equipo, adaptación a cambios, desarrollo de proyectos, resolución de problemas y adaptación a cambios.

            El segundo consejo que el entrevistado ofrece a los jóvenes es que no se dejen llevar sólo por las carreras tradicionales. Hay otras que tienen más posibilidades laborales, mientras que las tradicionales tienen demasiados alumnos; demasiada oferta que sobra en el mercado, además de “abaratar” el producto.

            La información es otro aspecto clave. Para tomar una buena decisión, no necesitamos más que saber. Y hay que tener en cuenta, además, todos los ámbitos, y combinar las perspectivas internas de joven (preferencias, intereses, aptitudes propias) con las externas de la sociedad (tendencias y demandas del mercado).

            ¿Qué sucede con la vocación? Es importante descubrir la vocación, aunque sea a lo largo de la vida, ya que son sólo algunos los que logran saber desde el principio lo que quieren y cómo. Y, sin embargo, saberlo, sería la llave mágica que nos abriría todas las puertas. Pero los jóvenes, normalmente, tienen gran dificultad a la hora de “identificar sus intereses y preferencias”. ¿Cómo podríamos ayudarlos? El consejo del argentino es que hagan un análisis profundo personal y “contextual” (es decir; análisis interno y externo), donde deben informarse más sobre las profesiones que sobre las carreras.

            Después, el creador de POPPS, recomienda a los jóvenes que piensen que la carrera no es un fin en sí misma, sino un medio para alcanzar cuantas metas profesionales se impongan. Para escoger bien, el test vocacional es sólo “un referente más” y como tal ha de ser tenido en cuenta. El entrevistado también apuesta por el aprendizaje de por vida y por un mercado académico de “salidas técnicas”. Es decir, algo similar a la formación profesional de hoy. No sólo la universidad es posible.

            El gran problema que supone el abandono universitario sería corregible también si los jóvenes se hubieran informado mejor de qué y del lugar dónde van a estudiar. Lo dramático llega cuando equivocarse no es la excepción, sino la norma (en Argentina, nos cuenta Barreda, el 80% abandona sus carreras universitarias[1]). Pero equivocarse no es una tragedia, puede tener brillante solución si se aprende del error[2].

También es importante que el futuro profesional se dé cuenta de que sólo él es el artífice de su destino, y que no deje que la presión social o los padres tomen decisiones que sólo a él atañen.


2. ACUERDOS Y DISCREPANCIAS

            Es cierto que la información es clave a la hora de escoger una carrera. Por lo tanto, una buena dosis de conocimiento, probablemente, lograra que discerniéramos mejor nuestros futuros estudios. Como cuentan que decía Einstein, un problema bien planteado es el 50% de la solución.

            Pero hay una idea clave del texto con la que no estamos de acuerdo. Y es la de que los estudios son un medio, y no un fin en sí mismos, para conseguir un buen puesto laboral. Por esa regla de tres, los filólogos clásicos, o los de hebreo (por poner un ejemplo) desaparecerán en un futuro no muy lejano. Bolonia es la concreción de tales ideas pragmáticas. Porque, en verdad es necesario que nuestros estudios, el día de mañana, nos den de comer, pero también hay cierta curiosidad intelectual, cierto amor por saber, que debería ser atendido: nadie sabe nunca qué recursos puede brindarnos en un futuro el hecho de satisfacer las necesidades del espíritu.



[1] En España, no vamos tan a la zaga. Sólo el 44% de los alumnos que empiezan una carrera logran terminarla, y lo hacen en el doble de tiempo previsto para tal fin. Consultar la información en http://www.elmundo.es/suplementos/campus/2008/528/1225306857.html.
[2] La Historia de Javier es la historia de un muchacho que se equivocó tres veces de carrera y a los 31 todavía no había terminado la definitiva porque trabajaba en una empresa de ordenadores. Se puede leer en http://www.educared.org.ar/enfoco/construyendofuturo/index.php?q=la-historia-de-javier.